Control del balón: La anatomía de la posesión perfecta

Control del balón: La anatomía de la posesión perfecta

Controlar el balón en el fútbol es una verdadera magia que comienza antes del primer toque y no termina hasta que suena el silbato. Es la posesión del balón lo que distingue a un maestro de miles de jugadores, porque no se trata sólo de la técnica, sino también del sentido del tiempo, del espacio y de la confianza en uno mismo incluso bajo presión. El control perfecto es cuando desde un costado parece como si el balón hubiera crecido hasta el pie y el oponente solo puede ver la acción desde un costado.

La anatomía de la posesión: en detalle. Todo comienza con la posición correcta del cuerpo: rodillas ligeramente flexionadas, centro de gravedad desplazado hacia adelante, espalda recta, cabeza levantada: ves casi toda la imagen del campo, no solo tus cordones. Si la pelota vuela hacia ti, es importante no recibirla “fuertemente”, sino más bien suavizar el toque, recibirla en semicírculo, como hacen los grandes músicos con las cuerdas. Este amortiguador invisible te permite tomar el control del balón incluso después de un pase fuerte o un rebote fallido. Luego viene el juego con el pie, la espinilla, el muslo, a veces incluso el pecho: aquí cada centímetro del cuerpo comienza a trabajar para obtener el resultado general.

Pero el verdadero control también es una decisión: qué hacer a continuación, dónde moverse, con qué rapidez pasar, cuándo detener el balón o driblar. Practica la recepción en diferentes situaciones: con el oponente sobre tu espalda, con un área limitada de movimiento, con un cambio de velocidad. Es importante permanecer flexible, no entrar en pánico incluso bajo presión, cuando tus oponentes ya te están “calentando”. La clave para esto es la práctica constante y la imaginación: imagina diferentes escenarios en tu cabeza y, durante el entrenamiento, practica las opciones que más suelen ocurrir en los partidos.

Cuando controlas el balón y te sientes seguro con él, todo lo demás se vuelve más fácil. Controlas el ritmo, dictas las reglas y obligas a tus oponentes a adaptarse a tu juego. Éste es el sentido del fútbol: sentir el balón como parte de ti mismo y sorprenderte a ti mismo en cada metro del campo. Aprende a dominarlo no sólo físicamente, sino también mentalmente, y entonces ningún partido será común para ti.

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